Como la cosa está paradita en la oficina (al final me van a echar con razón) me he decidido a hablar de algo que puede volverse un poco largo, pero me temo que tengo tiempo.
Y por una vez, sin que sirva de precedente, es un tema totalmente nuevo.
Por primera vez en mi vida se me planteaba un verano emparejada. Puesto que la mayoría de mis amigas tienen novio desde el año catapún, para alguna de ellas fue la oportunidad de que nos fuéramos juntas.
Al principio fue un problema, porque la verdad que no nos apetecía. Serían nuestras primeras vacaciones y eso de irnos con otra pareja no nos agradaba.
Pero mi amiga insistió bastante y nos lo pintó tan bien que pensamos que algo de vida social no nos mataría.
A través de su empresa podía pillar una oferta inigualable.
Esto se empezó a hablar allá por el mes de mayo, si no recuerdo mal. Aunque en años anteriores siempre me insistía en que me fuera con ellos, pero como comprenderéis tocarle el violín a ellos 2 no era mi idea de unas vacaciones.
Faltaba por concretar las fechas, pero no dejábamos de hablar del tema, de lo bien que lo pasaríamos y de lo que íbamos a hacer.
Pero como digo, faltaba por saber la fecha, ya que uno de ellos sólo puede pillar una semana en temporada de verano y aún no sabíamos cuándo sería.
El pacto era en cuanto supieran la semana nos avisaban para pedírnosla.
¿Y qué ocurrió?
Que pasaba el tiempo, el verano se acercaba y la fecha sin determinar.
Cuando me pareció muy extraño y le pregunté me quedé helada como el iceberg que hundió el Titanic.
Porque va y me dice que como no nos veía muy interesados no nos quiso insistir y que se iban con otra pareja.
Al parecer el estar más de 2 meses haciendo planes es mostrar poco interés.
Así que nos vimos cortitos de pasta, con las vacaciones sin pedir y la reserva sin hacer.
Todo apuntaba que nos quedaríamos en la ciudad pasando calor y pena, ya que en esas fechas no hay un alma por aquí.
Al final la cosa se medio solucionó, porque una de las primas de él había alquilado un piso y podíamos acoplarnos en una habitación.
No eran mis vacaciones soñadas, pero después de imaginarme todo el verano en casa no las pude rechazar.
Pero cuando llegamos al piso... Intimidad nula, porque era muy pequeño, con un solo baño y los dormitorios separados sólo por una pared de pladur.
Como comprenderéis mi líbido ni asomaba y eso me hizo tener algún roce con mi hombre, y no precisamente del tipo que él esperaba. Pero esa historia mejor la dejo para otro día.