Después de un corto periodo de tiempo en el que he creído que algunas cosas iban a cambiar o mejor dicho, iban a volver a ser como antes, ahora puedo decir que tengo los pies en la tierra.
Y es que que por haber quedado unas cuantas veces con esas amigas e intercambiar varios correos con otra, ya me estaba montando mi cuento de la lechera particular y me sorprendía pensando en celebrar la despedida de soltera a la que no fuimos las demás.
Está visto que por mucho que crea una haber madurado hay cosas que nunca cambian y sigo ilusionándome y dándome a la gente con mucha facilidad para después llevarme el palo.