Como siempre repito, soy una persona tremendamente reservada. Hasta el punto de que hay cosas, muchas cosas, que jamás he compartido con nadie.
De ahí la idea del blog.
Bien, pues ese rasgo de mi personalidad que tanto me caracteriza, llega a hacer daño.
Su cara larga venía a cuento de que siente que no le cuento nada. No es un sentimiento, es una realidad.
Cosas importantes que no cuento por miedo, porque no me salen... mil motivos. Esquivo las preguntas. Soy una experta.
Y otras muchas cosas insignificantes casi, del día a día, que no cuento por inercia. Porque no acostumbro a hacerlo y además me parecen tan tontas que no les doy importancia.
Ahora mismo no puedo ordenar mis palabras para expresar el problema.
Tengo al lado a una persona que necesita saber de mí y mi actitud le hiere.
Incluso llega a pensar que la culpa es de él.
A cada pequeño obstáculo me doy cuenta de lo necesarias que son las relaciones anteriores. Son ensayos antes del estreno.
Es la primera vez que tengo esta intimidad con una persona y no estoy entrenada. Necesito que me guíen constantemente, porque no sé qué es lo que la otra persona espera. Me refiero a generalidades, claro.
Hay determinadas cosas que deben compartirse y yo no lo hago, pero no es voluntario, es mezcla de no saberlo y no darme cuenta.
En fin, que hoy estoy triste. Lo que le faltaba a mi vida hormonal era un motivo real.