Me apetece hacerlo ahora que ha pasado el primer mes de este año.
Efectivamente empecé el año supuestamente promocionando en el trabajo.
Y digo supuestamente porque ahora hago otro tipo de trabajo, pero mi sueldo sigue siendo el mismo.
Una maravilla ganar en responsabilidad y seguir igual en remuneración.
Además que la nueva tareita me está costando.
Desde que trabajo aquí no dejo de acordarme de lo supuestamente inteligente que soy, o al menos eso se me dijo en todos mis años de estudio, incluso cuando no los continué como eran las expectativas de mi entorno.
Aún hoy se me sigue diciendo que lo soy y que podría haber llegado a ser lo que hubiera querido.
Pero ahora más que nunca no lo creo así, porque en el trabajo me siento por detrás de los demás.
Además ahora estoy en las oficinas del cliente (por suerte en las de otro cliente) y me he dado cuenta de que lo bien que he estado este tiempo puede terminarse al tener varios supervisores y me temo que a uno de ellos no le gusto en absoluto. Me siento como si cada día tuviera un examen.
Admito que todo esto hace mella en mi carácter y mi humor, y que últimamente ando bastante quisquillosa y alterable.
¿Quién paga eso? No hace falta que lo diga ¿verdad?
Puede que esté admitiendo que a mi lado tengo un santo varón que me aguanta carros y carretas como buenamente puede y mientras yo diciendo por ahí (por aquí) que hemos empezado mal el año, cuando la única que está mal soy yo.